No quiero estar sin trabajar pero no quiero producir
Uno de mis grupos favoritos de música son (eran) Piratas. Esta banda de Vigo, en los '90s - '00s capitaneados por Iván Ferreiro dejaron melodías y letras que aún pasean por los recovecos de mis oídos...
Es imposible hacerme verque tengo algo que perder.No quiero estar sin trabajar,pero no quiero producir.
Esta estrofa de "Gen 14", una de las canciones de su último álbum de estudio "relax", me sirve como punto de partida para exponer algunos de los motivos y temas de reflexión que me han llevado a tener varias conversaciones, lecturas y escribir este post.
... Antes vivíamos mejor
Son varias las veces que, bien hablando con mi madre o bien con amigos mayores que yo (tengo la gran suerte de poder compartir mi tiempo y pensamientos no sólo con amigo/as de mi generación), me hagan este comentario como colofón a diferentes observaciones acerca del empeoramiento general de nuestra calidad de vida.
A mi entender, tienen toda la razón. Creo que la causa está relacionada con que cuanto menos necesitas mejor vives, más libre eres... O más feliz eres, como quieras verlo. Hoy vivimos -aunque cada uno dentro de su contexto- en una sociedad consumista cuyo sistema favorece la creación de necesidades superfluas que a su vez producen en nosotros demandas innecesarias que, lejos de satisfacer nuestras verdaderas necesidades, exigen un pago cuyo precio es elevadísimo.
No voy a entrar al detalle de todas las consecuencias (el precio que estamos dispuestos a pagar pagando por ello) que este escenario trae consigo y que tienen que ver directamente con la presión económica que la "vida moderna" traslada a distintos ámbitos de nuestras vidas: trabajo, relaciones personales, salud, proyecto de vida personal, ocio... E indirectamente con la presión cultural si decides salirte del guión e interpretar un papel en esta sociedad en base a otro tipo de valores como la austeridad, la humildad, la sencillez... También afecta otra presión, de carácter más fuerte, la que cada uno nos ponemos generalmente a nosotros mismos por el miedo a equivocarnos y el estigma del fallo que podríamos arrastrar.
¿Se puede salir de MATRIX?
La verdad es que la teoría la tengo muy clara pero llevarlo a la práctica sin duda es otra historia. El entorno -en parte- no acompaña. Y digo en parte porque el más cercano debería hacerlo y si no quizás debas empezar por un cambio en este aspecto... Hablamos de una guerra de muchas batallas, principalmente, con uno mismo y que empieza con un ejercicio de honestidad; acerca de las implicaciones del cambio que decidimos dar y sus consecuencias, de cómo es uno mismo, de los recursos con los que se cuenta y el alcance de estos, así como las limitaciones que pudiera haber. Volvemos a plantear una cuestión de coste de oportunidad, si se está dispuesto a pagar (otro) precio por la libertad.
Optimistas o pesimistas, en realidad, no se puede optar por otra opción que no sea rebelarse y actuar. Planificarlo, buscar el momento, hacer acopio de medios y ayuda pero intentarlo. Cada uno desde su realidad, claro. Hasta donde uno pueda y esté dispuesto a asumir según lo que aspire a conseguir. Pero no se puede dar la espalda a la verdad cuando uno se topa de frente con ella.
Empezar sólo, empezar por el cómo
La escena final de Men in Black puede servir para ilustrar lo anterior. La perspectiva de nuestra existencia y los actos que durante la misma llevamos a cabo (y cómo los llevamos a cabo...) pueden ser tan insignificantes como trascendentes.
Y para ejemplificarlo con algo concreto, una conversación con un amigo ayer. Charlábamos acerca de una de nuestras pasiones, la escalada, y de cómo hasta en este ámbito de ocio/personal llega la ola de cosificación-consumo. Ninguno competimos, ni vivimos de ello (afortunadamente, ya que sino el placer en mayor o menor medida se convertiría en obligación). Sin embargo, muchas veces casi sin darnos cuenta, salimos a escalar a roca centrados en los resultados que queremos obtener; sobre la dificultad máxima de la vía que queremos escalar o del número de vías o metros que buscamos atesorar esa jornada... Y nos olvidamos de los más importante. De que, lo bueno de verdad no llega cuando productivizamos las acciones (*trasladable a relaciones de pareja, hijos, etc), sino cuando nos centramos únicamente en hacerlas por hacerlas (atélicas), porque son buenas en sí mismas y no por lo que nos reportan.
Esto no tiene por qué estar enfrentado a un propósito y a los objetivos necesarios para conseguirlo (familia, trabajo y fiesta) pero la priorización no debería tener el enfoque utilitarista y productivo preponderante actualmente.
Ayuda mucho saber decir "no"
No vas a poder llegar a todo. Cuanto más hagas, más te van a pedir que hagas. Es así. A las personas comprometidas, responsables y buenas se les toma el brazo cuando dan la mano. En realidad, todo lo anteriormente comentado avoca a terminar consumiendo a las personas, llevándolas hasta sus límites. No con ninguna mala intención pero sí por el efecto dominó generado porque, hasta tí, nadie ha dicho que no a otro jefe, a clientes, a la competencia... Por aquí puede llegar otra importante escasez de talento que ya ha empezado a manifestarse bajo etiquetas tales como "gran renuncia" y similares.
No se trata de una cuestión de horarios ni de tareas, mucho menos de dinero... Sí del ya comentado "cómo", del "por qué" y del "para qué". No siempre decir sí con la intención y compromiso de ayudar lo logra. Y lo más importante, nos puede perjudicar gravemente. Es una trampa disfrazada de buena intención pero "El camino al infierno está empedrado de buenas intenciones...".
Si lo sé antes...
Pero como ninguno lo sabíamos, pues aprendemos. O no... Además, tampoco es lo mismo tener 20 años que 40, o 60. La experiencia y sabiduría están intrínsecamente ligadas al paso del tiempo y al madurar terminamos poniendo la atención y energías en el presente, quedándonos con lo esencial y descartando todo lo demás, viendo con más claridad todo. Máxime cuando conforme avanza el tiempo vemos más "ayeres" que "mañanas". Sí... Pero sin el prueba y error la mayoría de nosotros (sino todos) no somos capaces de avanzar. Por tanto no tiene sentido echar la vista atrás en modo arrepentimineto y sí para consolidar las experiencias que nos nos hacen más sabios. De la misma manera que ahora sabemos que no todo dependía de nosotros, tampoco podemos gobernar nuestro futuro sino a través de lo que de verdad tenemos capacidad de influir, el ahora. Aquí y ahora es donde de verdad nos la jugamos.
Quiero "trabajar"; hacer muchas cosas, como la mayoría de la gente, aprovechar cada día... Responsable con lo que soy y se me da pero no quiero producir, "soy parte" pero primero soy por mi mismo.
Referencias:
- "Premisas morales para un nuevo planteamiento de la Economía" - Álvaro D'Ors
- "4.000 semanas" - Oliver Burkeman
- "Cambiando el foco" - Marta Ruíz de Azcárate
- "La familia: el trabajo y la fiesta" - Pontificio Consejo para la Familia
- "Ética a Nicómaco" - Aristóteles
- "Aforismos sobre el arte de vivir" - Arthur Schopenhauer
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